Amor, sinónimo de dolor

“El amor en los tiempos del cólera” escrito por Gabriel García Márquez, relata los acontecimientos que rodean a un pequeño pueblo en el caribe a finales del siglo XIX, en especial los sucesos que le ocurren a un grupo de personajes. Entre los cuales cabe destacar a Florentino Daza, figura que me ayudo a comprender que el amor está lleno de desgracias, angustia, decepciones y penas que lo convierten en la hermosa sensación que todo ser humano anhela.

“-Fermina –le dijo-: he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre” (página 79) estas serían las palabras que forman el clímax de una película romántica gringa, si no fuera porque la respuesta que obtuvieron consistía de un gran lárgate y no te dejes ver jamás. Incertidumbre, ansiedad, determinación, liberación, logro, decepción, pena y vacío, fueron el rango de emociones generados durante el antes y después del dialogo ocurrido, rango de emociones que no pueden ser de beneficio para la salud mental y que cualquier persona preferiría evitar, sin embargo ese fue el tren de sensaciones que abordo Florentino, nuestro empedernido enamorado, el cual sintió la llama de la atracción (u obsesión) por una mujer llamada Fermina Daza a lo largo de más de medio siglo, quizás si hubiera aprendido la lección antes se pudo haber ahorrado el mal rato. Durante un tiempo nuestro querido personaje y la señorita Daza compartieron la ilusión de estar enamorados, carta tras carta, poema tras poema esta ilusión creció y creció, incluso separados por valles y montañas las calderas de su amor seguían ardiendo como nunca, ante problema tras problema ellos supieron persistir, hasta que llego el día, finalmente después de meses de separación iban a poder compartir una mirada llena pasión que preservarían en su memoria por siempre, pero no por las razones que ellos pensaban. Se encontraban en un tipo de mercado, él se abrió paso a través de la multitud para ir a su encuentro, con la intención de llamar su atención dijo unas palabras que solo ella pudiera haber comprendido, la dama se dio la vuelta y ¡horror! La imaginación choca con la realidad nuevamente y vence esta última, como siempre, meses durante los cuales ella lo idealizo no le dejaron oportunidad a lo que él era de verdad “Florentino Ariza sonrió, trató de decir algo, trató de seguirla, pero ella lo borro de su vida con un gesto de la mano. –No, por favor –le dijo-. Olvídelo.” (Página 153) Un cruel y frio gesto que al recibir se debió sentir como ser aplastado por un tanque. Nuevamente entra al juego el abanico de las emociones negativos, el amigo fiel, siempre dispuesto a atormentar tu existencia, al borde de la locura junto a desesperación son las mismas palabras que se ocupan en el libro para describir el estado de animo de Florentino, la ingenuidad e inocencia, siempre de la mano, provocaron en el heridas irreparables, solo porque “siguió a su corazón” y este lo guío hasta el fondo de un acantilado, nunca se debe seguir a los sentimientos ciegamente ya que estos te matarían con tal de llegar a su destino. “Desde las siete de la mañana se sentaba solo en el escaño menos visible del parquecito, fingiendo leer un libro de versos a la sombra de los almendros, hasta que veía pasar a la doncella imposible” (páginas 87 y 88) Todos los días e incluso los domingos él se sentaba en el mismo parque pretendiendo leer para poder ver a su mujer soñada, mientras ella, ni se dignaba a cruzar más lento por el parque. Con perseverancia él se acercó a su amada a pesar de que ella se no se esforzara tanto por acercarse a él, yo ahora más que nunca comprendo las sensaciones que provoca el tener que construir la mayor parte de un puente que une a dos personas con la impresión de que la otra no está dispuesta a poner más de tres piedras, a pesar de que esto ocurriera, él lo seguía haciendo, aguja tras aguja que se le clavaba en el corazón el continuaba con su propósito aunque por su propio bienestar debió haberse detenido. ¿Por qué? ¿Por qué a pesar de las penas y angustias que le provoca su amada el persiste en seguirla?

“entonces él extendió los dedos helados en la oscuridad, buscó a tientas la otra mano en la oscuridad, y la encontró esperándolo. Ambos fueron bastante lucidos para darse cuenta, en un mismo instante fugaz de que ninguna de las dos era la mano que habían imaginado antes de tocarse, sino dos manos de huesos viejos. Pero en el instante siguiente ya lo eran. Ella empezó a hablar del esposo muerto, en tiempo presente, como si estuviera vivo, y Florentino Ariza supo en ese momento que también a ella le había llevado la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos deseos incontenibles de vivir, qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño.” (Páginas 467 y 468) Por esto mismo, por el simple e insignificante momento en el que juntan sus manos, ese simple e insignificante gesto que detiene el tiempo, que los aísla del mundo, que los conecta profundamente, esos momentos después de esta conexión que los fue enamorando lentamente y que finalmente los unió y formo uno. Todo percance y desgracia se desvanece cuando se genera un momento así.

La mayor parte del tiempo el amor es sufrimiento, pero eso es exactamente lo que lo hace hermoso, las desgracias y malos ratos que tenemos que pasar para llegar a él solo lo hacen más satisfactorio cuando lo conseguimos, el hecho de que tuvimos que “trabajar” y soportar dolores para alcanzarlo lo hace valiosísimo, si solo fuera un sentimiento constante de euforia o desgracia se volvería aburrido, es el hecho de que presente altos y bajos llenos de incertidumbre que lo convierte en algo excitante y deseado, si una montaña rusa solo descendiera o ascendiera se volvería predecible y por lo tanto tedioso y que estas penas o felicidades sean temporales las hacen preciadas, al igual que la vida, si el amor fuera permanente no tendría valor. El amor es amor porque presenta esta dualidad, un contraste continuo entre emociones positivas y negativas.

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Alfonso Andrés Luna Aravena