¿Qué buscas?

martes, 30 de octubre de 2018

Noches de un lado amoroso


Por: Simón Alonso

“Noches Blancas” es un libro de Fiódor Dostoievki cuyo desarrollo del tema del amor y la amistad pasa principalmente en las interacciones entre el protagonista y una mujer llamada Nástenka sin dar mucha importancia a otros personajes que tienen o podrían tener una importancia en la historia y el supuesto cambio que algunos pasan a lo largo de la historia.
Para empezar, hablaré del joven inquilino del que Nástenka se enamoró  pero tuvo que viajar a Moscú por un año antes de reunirse con ella otra vez y casarse un tiempo después. Él conoció a Nástenka cuando iba a alquilar el desván de la casa de la chica y su abuela. Durante una reunión la abuela le pidió a su nieta que le busque las cuentas, sin embargo, Nástenka estaba cocida al lado de su abuela a través de un imperdible. Al pararse y buscar las cuentas, la joven muchacha tiró muy fuerte del sillón de su abuela haciendo que rompa a llorar. Desde entonces, el inquilino empezó a mandar libros franceses (algunos de Walter Scott) a ella, hasta que un día se encontraron en la escalera y entonces el inquilino invitó a Nástenka y a su abuela a ver “El Barbero de Sevilla” en el teatro. Desafortunadamente para Nástenka, desde entonces, las interacciones entre los dos han disminuido considerablemente, hasta que el joven anunció que se iba a Moscú por un año. En ese momento, Nástenka se le declaró, el inquilino hizo lo mismo, pero no podrían estar juntos hasta que vuelva de Moscú, momento en el que le escribiría una carta o se presentaría en frente de ellas. Si bien todo esto parece interesante y llega a causar curiosidad lo que ha estado pasando el inquilino durante su año en Moscú y lo que hizo tras volver de ahí, el libro se centra más sobre la discusión entre Nástenka y el protagonista sobre si el inquilino en serio la amó, lo que no está nada mal, pero cuando nos centramos sólamente en la conversación sin mostrar en lo más mínimo lo que hace el inquilino, la historia nos hace creer que él ya no la quiere hasta el final de la cuarta noche, en el que los dos se vuelven a encontrar y el inquilino la recibe con brazos abiertos y ella lo acepta tal como lo describió el protagonista: “Luego, sin decir ni una palabra, corrió hacia él, le cogió la mano y le arrastró tras ella” (página 86). Esto genera varias preguntas como por ejemplo, “¿por qué el inquilino no contactó a Nástenka?” o “¿por qué de repente recibió Nástenka con brazos abiertos al inquilino, si creía que ya no la amaba?”.
Otro personaje del que quiero hablar es la abuela de Nástenka, una anciana ciega que tras la muerte de los padres de su nieta, unió su vestido al de ella con un imperdible para que Nástenka no haga travesuras. Durante la historia de Nástenka que ella va contando, la abuela hace algunos comentarios sobre los libros franceses que el inquilino les mandaba: preguntaba si eran morales, y si lo eran, le decía a su nieta que no los lea porque, según ella, “aprenderías cosas malas. Cuentan cómo los  jóvenes seducen a las muchachas de buena costumbre, y bajo el pretexto de querer casarse con ellas se las llevan de la casa paterna, y de cómo luego las abandonan a las pobres a su suerte, dejándolas deshonradas” (página 52). Si bien ella no aparece de forma significativa en la historia, por lo menos sus visiones en el amor entre jóvenes podría haber influenciado el pensamiento de Nástenka, cosa que no se ve.
El último personaje del que quiero hablar es el mismo protagonista. Un “poeta” soñador que vive en San Petersburgo quien en los ocho años que pasó hasta ahora en la ciudad, no pudo establecer ni una amistad. Eso, hasta que conoció a Nástenka, mujer de la que se enamoró aunque ella lo consideraba un amigo. Al inicio de la relación, el protagonista le confiesa a Nástenka lo siguiente: “he perdido la costumbre de tratar con las mujeres; mejor dicho, no he tratado con ninguna de ellas, soy un ser solitario. Ni siquiera se como hablarles.. Ni incluso ahora” (página 22). A medida que se desarrolla la relación entre los dos, el protagonista empieza a abrirse más a Nástenka y termina por declararle su amor a ella, quien lamentablemente es arrebatada por el joven inquilino que volvió de Moscú. A pesar de estar devastado, el soñador respeta la decisión de Nástenka, a través de estas palabras: “¡que tu cielo resplandezca, que tu sonrisa sea clara y serenan que Dios te bendiga por ese minuto de felicidad que concediste a otro corazón solitario y agradecido!” (página 90).  Ahora, todo esto es bueno, pero, ¿qué no se supone que el protagonista sabe ahora cómo abrirse a las mujeres? Pasan 15 años después del reencuentro entre Nástenka y el inquilino, ¿y el protagonista no trata de conquistar otra mujer? Esto hace que el desarrollo del protagonista cuando se viene a hablar con mujeres y entenderlas se sienta como si no se ha desarrollado nada en absoluto.
En conclusión, “Noches Blancas” es un libro que aunque es capaz de manejar una relación amorosa y/o amistosa entre dos personajes, ignora cosas tales como personajes que al no poder saber su lado en ciertos momentos de la historia genera preguntas sobre tal personaje y su relación, personajes que podrían afectar indirectamente la historia influyendo en el punto de vista de otros o hasta los cambios que uno de los personajes principales debió haber pasado por su experiencia en la relación y lo que ha aprendido de ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario